¿Tienes que ser maestro para guiar a tus hijos?

¿Tienes que ser maestro para guiar a tus hijos?

La respuesta a la pregunta de arriba es NOOO!!

Te estarás preguntando ¿por que no? pues, déjame decirte que desde que nacemos e incluso desde antes de nacer, cuando apenas estamos en el vientre de nuestras madres, aprendemos distintas maneras de vivir y expresar cualquier situación sea agradable o incomoda, sin embargo en el estado en que en esos momentos nos encontramos, no somos capaces de valernos por nosotros mismos, pero, cuando nosotros crecemos y nos hacemos conscientes de nuestros actos y acciones, se nos olvida que una parte fundamental en el aprendizaje del ser humano es la deducción a través del sentido común y la lógica natural de las cosas, es por ello que no necesitamos ser maestros para educar a nuestros hijos, la educación verdadera, son los valores morales y familiares que en casa Papá y Mamá nos inculcan.

La cadena de aprendizaje que iniciamos desde nuestra concepción, es una actualización constante de las cosas que como adultos podemos comprender y hacer ver o enseñar a nuestros hijos e hijas.

"Las lecciones más esenciales que han de aprender los maestros y los estudiantes, no son las que apuntan al mundo, sino las que los apartan del mundo a la cruz de cristo".

De manera natural, cada vez vamos aprendiendo la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo sano y lo insano, entre muchas más comparaciones, pero, ¿Por qué seguimos eligiendo lo malo, lo incorrecto, lo insano, etc.? bueno, si damos un vistazo a nuestras vidas nos daremos cuenta que las personas que tienen un buen régimen alimenticio, hábitos saludables y decisiones correctas por más complejas que estas sean, tienen un resultado más positivo y productivo en sus vidas, a diferencia de quien no lo hace aún sabiéndolo. Es por ello que, la educación superior es un conocimiento experimental del plan de salvación, y se le obtiene por el estudio fervoroso y diligente de las sagradas escrituras. Ésta educación, renueva la mente y transforma el carácter, restaurando la imagen de Dios en el alma.

Como resultado de someterse a un ya existente método educativo a través de la palabra de Dios y poniendo en práctica la guía que ahí podemos observar y entender, fortaleceremos nuestra mente contra las engañosas insinuaciones del adversario y estaremos habilitados para comprender la voz de Dios. Al mismo tiempo que el alumno/estudiante se enseñará a ser colaborador de la voluntad divina que enseñó nuestro señor Jesucristo cuando camino en ésta tierra, disipará las tinieblas morales que lo rodeen e impartirá luz y conocimiento a los de su alrededor.

"La sencillez de la verdadera piedad es nuestro pasaporte de la escuela preparatoria de la tierra, a la escuela superior del cielo"


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